Llévame hasta los límites de esa hojarasca febril, déjame ser bacteria, protista o fungi, soy una célula de multivariables decantadas, aquí hoy o mañana, siente dolor, por cada neurona exprimida, por cada palpitación que se irá sin pedir permiso, por todo ese mecanismo de lagrimas y mocos, ese motor inútil de órganos y huesos, que sufre por ser yo por ser alguien...
¨llévame por ese cuerpo ávido de caricias, insensible al odio y las burlas, por esa secuencia de claroscuros que se funde en lo negro, moviendo nervios, zapatos, mechones de cabello soportados, observados con lujuria y crueldad, déjame salir de este mundo moderno de este falso imperio de responsabilidades, carteles y marihuana, déjame ser solo una mochila, un piercieng, una lata de van camps oxidada, una sola de las partículas bentónicas de Maria Leiva, hundiéndose en el már de alaska, sin sentir los témpanos de hielo, sola como una foca.
Ya no más furia, solo un segundo en el que pueda respirarse sin solemnidad, sin pretenderse alguien distinto, sin jactarse solo por pasar desapercibido entre la impostura del movimiento
solo estar ahí mirando un mundo por fín mio, que no condene ni obligue a odiar a alguien, un mundo como el de ella, donde solo importan esas flores blancas flotando en el estanque de una finca, sin prisas ni dolores, un mundo donde la caída triste de esas hojas, el vuelo detenido de los pájaros, las montañas azules que resplandecen en la cordillera, sean un sentido y una verdad, tibia y alegre, un rostro sin manchas de sarcasmo, un pensamiento que no germine en la lujuria, una sola célula en mi cuerpo que ya no respire el odio. Una prueba, única, de que soy importante y necesario para alguien, como tantos son necesarios y queridos por mi.¨
Se aletargaba. Rumiaba sus sueños y sus sueños lo envolvían en otra concha...
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