Nemo me impune Lacessit
Johann es un temperamento artístico. Uno de aquellos chicos que escriben ARTE y POESIA con mayúsculas. El VERDADERO ARTE y LA VERDADERA POESIA prefiguradas por Renaud en su ensayo sobre el teatro de lo oscuro en los años treinta del siglo pasado. Solo él ha recorrido la complejidad de Bartok, la inmediatez de Panternovik, la dulzura trágica manifestada en los labios de Pougachev y Leoncavallio.
Un rictus de desaliento corre como una cicatriz por su rostro. El ¨Je suis venu au monde trés jeunne dans un temps tres vieux¨ parece reafirmar cada uno de los valores de miedo y asco que le producen la estupidez de su época.
Johann se queda en su casa los viernes por la tarde. Aborrece las muchedumbres estúpidas de Latinoámerica que bailan reggaetton y practican ejercicio. Johann lee y relee las obras de Pavel Ouganov, otro incompredido como él, mientras recuerda la belleza decadente de una instantanea firmada por Arbus. Johann tiene una novia de rara belleza elfíca, una mezcla entre Virginia Poe y Cate blanchett si esta fuera talla 38D. Ambos se entretienen en la lectura de Coleridge y su ´eternal activity without movement¨ post coital. Johann tiene una verga enorme pero desprecia las miserias del sexo. Ese sexo que nos convierte en alimañas fascistas, ese sexo que nos impide llegar hasta el otro y formar un todo con el, en medio de una apoteosis de arrullos. Quisiera volver a la castidad pretemporal, embrionaria, celular, atómica, de las partículas elementales… algo un poco más allá del caos y del prozac.
Johann Von Bundenbrook es un ser superior, intelectual y físicamente. Desprecia las aulas aunque es el mejor de su clase. Prefiere los estudios marginales, los marginalia. Las cabálas del eterno resplandor, la poética atrabiliaria, los ejercicios del antipoder, los relatos sobre mundos futuros y espíritus presiderales son para el cómo golosinas en la boca de un niño. Johann escupe su sistema, esboza su novum organum que dará libertad a los cuerpos raquíticos y a las mentes sin alma. Luego saca de su estuche de terciopelo el violín que le regalaron cuando tenía 5 años, y comienza a tocar el cuarto movimiento de la Partita BWV 1004.
Una tristeza infinita recorre su cuerpo, una tristeza tan grande, tan contundente que ni aún una bala de revolver podría terminar con ella. Su madre folla con su amante lesbiana en la habitación contigua. Sus hermanas se dedican al bondage y al tráfico de drogas. Sus hijos – en el caso remoto que llegaran a nacer – engrosarían la abultada lista de desempleados y transexuales del país. Su padre escribe el blog más leído de Colombia, una columna sosa sobre la economía política del gobierno y de cuando en cuando sniffa una raya de coca. Johann ha conocido todas las drogas, una por una las ha amado y violado.
Ahora el es su peor droga, su última droga.
Llama Alejandra Barrera su novia. No ha cambiado su voz desde cuando salió del colegio en la Prom del 02. Ahora es más alta, más sexy, más dulce. Una chica electrónica en un mundo electrónico.
Le propone un trío a Johann con su amiguita Narnya, pero Johann no se encuentra de humor para actividades decadentes –le dice- Prefiere dedicarse al modelamiento molecular de la vía MAP kinasa en un estado de mínima entropía. Alejandra insiste. Sabe que Narnya también lo desea y juntas se desean. Es inútil. Alejandra tendrá que ir sola de farra con Narnya y con Jack un amigo pervertido de las dos, que no puede evitar mostrar a todas horas su desesperante cara de hambre.
Ahh el mundo, esa sucia letrina que se inmortaliza entre los comentarios vanos de un seudointelectual rencoroso, lleno de lascivia, ávido de honores. Johann comprende plenamente a Tolstoi cuando le decía a Gorki: Yo soy más Mujik que tú.¨ La verdadera rebeldía es la que nos une en nuestra miseria, no la que nos juzga bajo los ojos de una nueva ética del deseo. No hay respuestas disponibles ante ninguna pregunta. A lo sumo tendremos que limitarnos con nuestra derrota secular. Habría que sacudir el pequeño cerebro de los pseudos, sin rabia, sin odio, con mucha compasión.
Por la noche Johann escribe unas notas en su diario: ¨Joyce quisiera copular con el alma, yo me contentaría invalidar su putrefacción ¨ En el periódico lee una nota sobre el asesinato de un metalero a manos de un skinhead. Se trata de Charles Partenoit , un antiguo camarada de drogas de la época del colegio.
Tiernas lágrimas caen de sus ojos azules, llora por los compañeros muertos, por los tristes espectros de la cultura despiadada. El llanto es liberador, pero una vez más se sume en un estado de triste somnolencia. El mundo es triste - piensa él-, como ese metalero de largos y negros rizos , caído por la mano del odio y el miedo. Quisiera vomitar pero se lo impiden sus reflejos estéticos. Además el claroscuro de la luz sobre la ventana es tan hermoso como un Rembrandt o como un Vermeer! Feliz cómo un Goethe adolescente, antes de su muerte, se derrumba en la cama y piensa ¨mehr licht¨.
Al día siguiente lo despierta la voz orgásmica de su madre. Pronto se decidirá a salir del closet. Llama Alejandra arrepentida para comentarle que termino copulando en la fiesta con un individuo grosero, gordo y tosco que le presentó su amiga Narnya. Alejandra quiere rasgarse las vestiduras y lanzarse a sus pies, pero Johann la mira comprensivamente y la perdona. No le duele la traición; le duele que Alejandra se halla rebajado con un ser inferior, con un columnista de Soho. Nuevas lágrimas corren por sus ojos, pero perdona.
El cielo es ahora apacible …. La tempestad que precede a la calma,
el abatimiento que es una antesala del horror.
Repentinamente ha tenido un presentimiento. Algo como un deja vu, algo como un recuerdo ancestral, que lo ha golpeado súbitamente. Ahora lo sabe.
Alguien o algo lo liberará de su tristeza. Algo bajo y sucio que se arrastra por los inciertos corredores de la mezquindad y la pobreza espiritual. Suena un aire de réquiem que como una trompeta, difunde su pasmoso clamor por los sepulcros de las regiones apartadas. Oh! Quantus tremor est futúrus, cuncta stricte discussúrus, Quando judex est venturus!
Un rostro lleno de odio y deseo lo mira. Un rostro indigno de él. Un rostro hambriento de sexo, un mendigo del sexo que aborrece todo su mundo y todas sus obras. Avanza hacia él armado.
Jack lleno de faltas y errores. Jack que no cree en la tristeza o la culpa.
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